sábado, 16 de enero de 2010

ARTICULO ABC/VIAJAR

AS CITAS DEL AÑO
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16 de enero. Inauguración de Estambul 2010 Capital Europea de la Cultura.
-18 de enero-14 de febrero. «Vidas y Trabajos en Estambul». Exposición de Antoni Muntadas.
-5 de febrero. Exposición de «Miles de años de la civilización persa». Museo del Palacio de Topkapi.
-Febrero-agosto. «Tesoros del Palacio de Kremlin». Museo del Palacio de Topkapi.
-Marzo-junio. Exposición de «Ravenna Mosaics». Museo Arqueológico de Estambul.
-Abril-octubre. Exposición de «Estambul 1910-2010: La ciudad, Medioambiente construido y cultura arquitectural». SantralIstanbul.
15 de mayo-15 de junio. Exposición: Las miniaturas e iluminación de las fuentes otomanas.
-25 de julio. Inauguración del «Museo de Isla de Estambul» (en las Islas príncipe).
-6 de sept.. Concierto de U2.
-15-25 de septiembre. Festival Internacional de Haliç de arte callejero.
-Septiembre. La exposición de «De Bizancio a Estambul». Museo de Sakip Sabanci.
-Noviembre. Inauguración de la Iglesia de Vorvots Vorodman como centro cultural
www.istanbul2010.org

Entre dos continentes, Europa y Asia, y dos mares, el Negro y el Mármara, la vieja y la nueva Constantinopla siguen cautivando por la opulenta belleza de sus mezquitas, palacios y bazares en una maravillosa cuña geográfica formada por el Bósforo y el Cuerno de Oro. Un estratégico enclave que le llevó a ser sitiada y perseguida por todo tipo de pueblos a lo largo de su historia.

Mahoma, primero, al asegurar que Constantinopla era el sueño a conquistar por cualquier musulmán, y después los viajeros románticos europeos del siglo XIX ya se enamoraron de los que algunos denominaron «el punto más hermoso del universo». Y ahora, en el siglo XXI, la ciudad y sus casi quince millones de habitantes se han planteado un nuevo reto: la capitalidad cultural europea, compartida en esta ocasión con la húngara Pécs y la alemana Essen.

«El Ayuntamiento está realizando un gran esfuerzo —comenta nuestro guía Mete Babila mientras saborea un auténtico café turco, amenazado ahora por los productos fast-food— con el fin de renovar y mejorar algunos de los monumentos emblemáticos de la ciudad. El pueblo lo sabe y lo sigue por la publicidad, aunque está más preocupado por la subida del paro (alrededor del 13,2 por ciento) y por las obras del Metro que conectarán la parte europea y la asiática en 2012 o 2013». Y es que sólo un par de puentes unen en el Bósforo los dos continentes —algo insuficiente para una población casi siempre inmersa en el caos circulatorio— y los 13,7 km previstos de túnel ferroviario (1.400 metros de ellos bajo el estrecho), con cuatro nuevas estaciones de Metro, aliviarán notablemente las comunicaciones en esta ciudad siempre viva y bulliciosa, de día y de noche.

En el ámbito de los proyectos urbanos ni Santa Sofía ni la Mezquita de Solimán, las dos más grandes mezquitas de Estambul aunque la condición de la primera es ahora de museo, se han librado de las obras de restauración. Pero la lista es larga: Naz perver Kalfa y la Biblioteca Murat Molla (dos monumentos del s. XVIII), las cocinas del Palacio de Topkapi, el Centro de Cultura Atatürk (AKM) en la plaza de Taksim (punto emblemático de la Turquía moderna), los Baños Turcos de Sinan o la cisterna de la Iglesia Pantocrator, entre otros muchos, que será la más grande de Estambul cuando se inaugure en 2010. El ambicioso proyecto incluye un nuevo museo sobre la historia de Estambul, localizado extramuros, que forma parte ya de la apuesta cultural de este destino dependiente en exclusiva del turismo. Y de momento las cifras no son malas. El año pasado, pese al inicio de la crisis, 24,8 millones de turistas visitaron Estambul, un resultado brillante que se vio favorecido gracias al impulso de los visitantes árabes que siguen con auténtica pasión las telenovelas turcas.

Ese éxito de los culebrones turcos sólo es comparable al del fútbol televisado en Estambul. Cada fin de semana se siguen con fervor los partidos de las Ligas italiana, inglesa, francesa y española —una de las favoritas con una media de dos encuentros ofrecidos en directo— a los que hay que añadir los de los tres grandes clubs de la ciudad, Fenerbahce, Galatasaray y Besiktas. «Pero en Estambul se puede hacer casi de todo —matiza Babila—, podemos tomar un "brunch" o un buen pescado en el Bósforo, acudir a los centros comerciales, ver exposiciones de arte moderno, bailar en las discotecas más modernas o ir al cine aunque aquí gustan más las películas turcas que las de Hollywood».

No le falta razón a Babila, aunque para disfrutar nada como saborear el ambiente de las mezquitas, más de 200, bazares, jardines y barrios populares del viejo Estambul. Comenzando por el barrio de Sultanahmet, el corazón del Estambul histórico, donde se levanta desde el año 537 la Basílica de Santa Sofía («Aya Sofya»). Gracias a Justiniano fue considerada la iglesia más grande de la Cristiandad y en 1453 se convirtió en mezquita. Del interior del hoy museo destaca su cúpula de 56 metros de altura y la asombrosa calma de todo el bello conjunto adornado con columnas, mosaicos, púlpitos y blasones musulmanes.

Enfrente de «Aya Sofya» se alza la majestuosa Mezquita Azul, embellecida en su interior con 20.000 azulejos de Iznik, los favoritos del sultán Ahmet I que la mandó construir entre 1603-1616. Ésta es la única mezquita en el país que luce seis minaretes y dentro, sus maravillosas alfombras, con el tulipán como motivo temático principal, nos recuerdan que la elegante flor fue «exportada» a Europa desde estas tierras.

La visita de Sultanahmet no estaría terminada sin penetrar en los muros del Palacio de Topkapi. Al entrar por su puerta principal se tiene la sensación de entrar en una mezcla de fortaleza y ciudad prohibida en la que los sultanes residieron con toda clase de lujos durante 400 años. De visita obligada, el suntuoso tesoro imperial, el harén y la colección de reliquias, traída por la madre de Constantino el Grande, Santa Elena, como el cráneo y el brazo de San Juan Bautista, el bastón de Moisés o la espada de David.

De camino al Barrio de los Bazares, y todavía muy cerca de Santa Sofía, hay que hacer una parada en la gran Cisterna Bizantina, una de las 36 que existían en Estambul. Se trata de un depósito de agua del año 532, con 336 columnas repartidas en 10 hileras, que fue uno de los escenarios de la película «Desde Rusia con amor» protagonizada por Sean Connery en 1963. El mágico ambiente de este interior subterráneo se aprecia todavía más en los conciertos de música que se celebran periódicamente. Ya en el Gran Bazar («Kapali carsi») se puede comprar de casi todo, jugando al regateo y casi siempre en español, a lo largo de sus 4.000 tiendas y casi 60 calles. Y si se prefiere un bazar con olor a especias, el Egipcio, situado junto a la Mezquita Nueva. El puesto 21 es el favorito de los españoles, que compran, según su dueña Corinne Menda, «té de manzana, pistachos, vinagre de granada, bizcocho de pistacho, caviar y otras delicias turcas».

Al norte del Cuerno de Oro, una vez que cruzamos el Puente de Galata, siempre abarrotado de pescadores, se halla el Estambul más moderno. Lo preside la Torre de Galata, el excelente mirador de imprescindible visita al atardecer que construyeron los genoveses en el siglo XIV. Merece la pena dar una vuelta por las calles y cafés de este barrio donde todavía se puede ver a los clásicos turcos bigotudos fumando sus narguiles o pipas de agua (siete liras turcas, algo más de tres euros por cada pipa) para acabar el paseo en la Plaza Taskin. Desde este centro neurálgico, rodeado de los mejores hoteles, parte el célebre tranvía que se traslada, en medio de la multitud, por la calle Istikal. La vía, con aires franceses, está repleta de cafés, tiendas, bares, salas de jazz, cines, pasajes —no perderse el de las Flores—, librerías… Aquí el ambiente está garantizado a cualquier hora del día.

Se puede terminar la visita realizando un crucero por el Bósforo o por carretera en paralelo al estrecho de 32 kilómetros caracterizado siempre por sus fuertes corrientes. El Museo de Arte Moderno, el lujoso Palacio Dolmabaçe —«el Versalles turco»—, y la deliciosa mezquita Mecidiye en Ortaköy se abren a nuestro camino antes de cruzar el modernísimo Puente Colgante del Bósforo, de más de un kilómetro. La zona oriental del Bósforo guarda también un gran encanto a pesar de que aquí se encuentran los muelles. Solo a unos metros, la Torre Mirador de Leandro permite la última panorámica de la fascinante Constantinopla, esta vez desde el lado asiático, con los minaretes de Santa Sofía y la Mezquita Azul y el palacio de Topkapi en el horizonte. Toda una «delicia turca».